viernes, 22 de enero de 2010

Diario de una lucha. Capítulo 4. Reflexiones

Yo seguía teniendo en mi cabeza las palabras de mi madre: "Si todo el mundo luchara por sus derechos estaría bien, pero tu sólo... vas a salir perjudicado". Pensando en sus palabras me imaginé a una sociedad española ficticia a niveles donde la realidad no supera la ficción, donde las personas lucharan por sus derechos, se atrevieran a gastarse 30€ en consultar abogados, tras lo cual también se perdería el miedo a aparecer en listas negras de empleados revolucionarios (los revolucionarios serían la norma, tanto que ya no se verían como revolucionarios), las tretas de las empresas se verían mal socialmente y no como parte de su idiosincrasia como se ve hoy, una sociedad en la que el estado trabajara por el respeto a los empleados y los ciudadanos y no se hiciera la vista gorda ante incongruencias tales como que mi empresa la empresa en la que trabajaba, tuviera contratados al menos a tres empleados cobrando menos del mínimo para su categoría. Seguí imaginando y vi empleados justamente pagados, una sociedad productiva, dinámica con iniciativa e involucrada con los retos de su empresa... en estos momentos ya mi imaginación empezó a clarearle el pelo y la piel a mis ciudadanos imaginarios y me di cuenta de que lo que estaba viendo era la sociedad en la que había vivido en mi estancia Eramus, un país Nórdico. Si algún fallo encontré en mi imaginación fue que debido a los sueldos justos la competitividad internacional era menor y el outsourcing un camino inevitable, pero teníamos una sociedad capaz de ser innovadora, potente, sin complejos, sin siquiera la picaresca de acelerar cuando el semáforo se ponía en amarillo, sin dinero B, con una corrupción que formaba parte de libros de historia. "¡DESPIERTA! ¡DESPIERTA!" me tuve que decir, aunque casi mejor tener esa sociedad al menos en un sueño para poder dormir a gusto algún día. No puedo evitar sentirme responsable de lo que pasa a mi alrededor, aunque de eso, quizás, también me esté curando. Mi madre tenía razón, pero su razón no era suficiente para detenerme, pero si es verdad que si todo el mundo actuara sería distinto, o al menos eso imaginaba yo.

¡Ay querido diario!, yo sé que tengo suerte, soy incapaz de encontrar excusas para justificar mi situación y evitar abogados. No me justificaría evitar el proceso por la necesidad de mantener mis posesiones materiales, más suerte aún la de vivir de alquiler y no vivir bajo el látigo de una hipoteca, de no tener demasiado miedo a verme sin nada (la empresa en la que estaba me había dado tan poco que no tenía mucho que perder), de no ser adicto al consumo ni víctima de mis deseos de posesión, siempre dije que tenía alma hippie, y aunque nunca me he atrevido a ponerme rastas si soy capaz de exigir los derechos por los que otros lucharon, siento mía la responsabilidad de su lucha y voy a levantar mi cabeza y cuantas piernas osen ponérseme encima, al fin y al cabo la abogada se encarga de todo. Pero lo de piensa globalmente actúa localmente funciona mejor si todos actuamos globalmente. Cómo voy a pretender que nuestra sociedad abra los ojos para darse cuenta de que el mejor favor que le pueden hacer a la propia sociedad y a sus hijos es evitarles tener que vivir para trabajar y que al menos ellos puedan optar a aquello de trabajar para vivir. No hay compromiso en acudir a un abogado no es un lío, hay que hacer uso de sus servicios, hay que abusar de sus servicios. Nunca es el mejor momento, pero cada instante es peor que el anterior, así que ahora es el momento, hoy es el día. Cada día que pasa siento que las injusticias se van convirtiendo en ley a una velocidad asfixiante, dame un respiro.

Conclusión: le he dicho a mi abogada que espere al próximo mes (por seguir la recomendación de mi jefe) para seguir con el proceso, le he dado los 50€ que me cuesta TODO el proceso, ya ha llegado ese mes pero todavía no he tenido noticias, te tendré informado sobre lo que me vaya sucediendo.

Aclarando puntos: prefiero nombrar mi relación con la empresa en la que trabajo como algo pasado pero lo cierto es que sigo acudiendo cada mañana a "trabajar". Y sí, esto también es una lucha por dinero, por si no ha quedado claro, es por el mínimo de dinero que me corresponde, no se lo estoy quitando a la empresa, reclamo lo mínimo que desde el primer día me tocaba, le reclamo la pequeña cantidad que su avaricia ha hecho romper el saco y que nos encontremos en la situación en la que estamos.

También es justo aclarar que en el trabajo siempre se ha respetado el horario, si me he quedado más alguna vez es porque he querido. El sueldo también ha llegado puntual, las dietas no tan puntuales pero llegan. No he tenido problemas en pedir unas horas para arreglar papeles. Mi jefe es comprensivo y buena gente. Aclarado todo esto pensarás que me quejo por vicio, sé que hay mucha gente peor, pero ellos sabrán sus motivos para no reclamar lo que les corresponde, mal de muchos... consuelo de tontos, y la sociedad sigue en descenso. Hay muchos culpables de que esto sea así pero pocos que admiten la responsabilidad, muchos años cerrando los ojos hace que les incomode que alguien les sugiera abrirlos.

No hay comentarios: