viernes, 22 de enero de 2010

Diario de una lucha. Capítulo 3. Antes

La desmotivación de nuestro departamento fue el resultado de tanta disociación entre la (entidad "mágica" llamada) empresa y los empleados, y como ya he explicado antes, eso resulta en la perdida de calidad de los desarrollos del departamento. Yo que tenía al dedillo los conceptos del libro "El Manifiesto Cluetrain" sabía que la empresa éramos los empleados y no el edificio ni la página web, por lo que mi desconcierto fue aún mayor y dejé de ser parte. Sólo me unía a la empresa una relación laboral que no iba a abandonar pero que resolvería diariamente de la forma más próxima a mi sueldo, entendí como se había llegado a tanta falta de profesionalidad en los requerimientos de los consultores de nuestra empresa en el pasado ya que yo mismo estaba sufriendo el mismo síndrome.

Ya lo sabíamos, mi categoría profesional correspondía a otro puesto más relacionado con recursos humanos que con la informática en general, y si no teníamos nuestra categoría era por no cobrar lo que nos tocaba. Alargué mucho el tiempo a veces por descuido, a veces por falta de ganas, pero los rumores de que se nos iba a empeorar las condiciones en el trabajo, probablemente para que abandonásemos antes de que nos despidieran, hicieron que contactara con un despacho de abogados que ya había resuelto otros problemas laborales al que es mi mayor apoyo en prácticamente todo. Me dio cita para algunas semanas después por lo que tuve tiempo de hacer participe a muchas personas de los pasos que iba a dar (en principio informarme, aunque echando un vistazo en Internet apenas había dudas de que tenía razones para reclamar).

Muchas de las personas con las que hablé me insistían en por qué meterme en camisas de once varas, pero apoyaban, al menos tímidamente, mi iniciativa. La respuesta más sorprendente fue la de mi madre, entiendo que pretendía evitarme pasar por temas legales que pudieran poner en peligro mi trabajo presente y sobretodo futuro, pero defendió su postura justificándola en que la mayoría no actuaba, pero evidentemente eso era fácil de rebatir con mi indiferencia hacia lo que el resto no hace (aunque aquellas palabras me hicieron reflexionar mucho). Siempre he dicho que uno debe actuar pensando en qué pasaría si todo el mundo actuara como uno mismo... lo que viene a ser el "piensa globalmente y actúa localmente".

Llegó el día, salí de mi trabajo con tiempo escaso para llegar a la cita con mi abogada. Una vez reunidos en poco tiempo me mostró los artículos de mi convenio colectivo que mi contrato vulneraba, no eran pocos, el sueldo base era menor que el mínimo para la categoría que tenía, y dicha categoría era inferior a la que me correspondía para las tareas que realizaba (entre otras irregularidades relacionadas con las dos anteriores). Me explicó también que sólo podía reclamar el año anterior (aunque como en el convenio era reciente, en él se especificaba que en ese año debían pagarse las diferencias salariales desde 2 años atrás, todo quedaba incluido). El coste total por la consulta fueron 30 € y si quería continuar el proceso 50€ más por todo. Preferí detener el proceso y quedarme sólo en la consulta hasta hablar con mi jefe para no repetir sus errores y no hablar con las decisiones ya tomadas.

Al día siguiente (y coincidiendo con las advertencias, ya oficiales, de los sitios que quedarían abiertos una vez se instalase un proxy que limitaría la conexión a Internet, una decisión de nuevo unilateral y de la que dejé patente mi desacuerdo) le expliqué a mi jefe que había encontrado algunas irregularidades con mi contrato, le dije cuales, y que quería hablar con él. Mi jefe le pidió a la encargada de recursos humanos que mirara a ver si había algún error en mi contrato y por lo visto en principio no vio ningún problema, yo que no quería enseñar mis cartas además de que no entiendo de estos temas (prefiero dejárselo a la abogada) le dije "ok" y quedó ahí la conversación. Al poco tiempo me habló de nuevo para decirme que su jefe le había dicho que sí que había un error en mi contrato, me dijo lo de que no llego al salario mínimo y yo le expliqué que también quería que se arreglase lo de la categoría profesional. Aún así la reunión para hablar de estos temas no se celebró hasta unos días después. El ambiente de trabajo no se vio afectado para nada.

Sabía que esta batalla la iba a librar solo a pesar de que no era el único en mi oficina en mi situación, aún así les informé, por alimentar su (por entonces poca) curiosidad, de lo que me había contado la abogada. Tras informarles empecé a sentir la sensación, por parte de los que estaban en mi situación, como si me dejaran alejarme para que creara camino al andar por el que ellos pudieran pasearse una vez conocida la firmeza del terreno, no me importó en absoluto, es más, me enorgullecía pensar que más gente pudiera repetir mi camino. Nos quejábamos todos, actuaba uno, acostumbrado a otras luchas estaba contento por el alto porcentaje de participación.

Para cuando se celebró la reunión, y resumiendo, mi jefe me dijo que se habían dado cuenta del error (que cobramos menos del mínimo para la categoría profesional que tenemos) pero que esos errores se corregirían el mes siguiente. Yo le pregunte que si nos pagarían también la diferencia de todos los meses anteriores, me dijo que no. Entonces yo le dije que el principal interés mío era el reconocimiento de la categoría profesional y el reconocimiento hacia atrás, él me explicó que las ilegalidades que estaba sufriendo eran comunes en las empresas privadas a lo que yo le respondí "mal de muchos, consuelo de tontos". Obviando lo que a mi entender eran argumentos muy flojos por su parte (cosas como que infojobs estaba por encima de la ley, con otras palabras) y dando fin a la conversación le expliqué que no iba a reclamar más que el mínimo que me tocaba y que no creía que fuera justo que ante unos derechos por los que otros lucharon yo simplemente agachara la cabeza mientras mis derechos los diluía en la resignación de la mayoría. A recomendación suya iba a esperar un mes antes de seguir con la reclamación. La relación no se vio afectada, no aparentemente, porque realmente mi incomodidad si que era un poco mayor. Por cierto, las amenazas del proxy no se cumplieron.

Me avergüenza decir que mis sentimientos acerca de mis capacidades profesionales hoy día no tiene nada que ver con lo que era, sólo mis inquietudes siguen vivas pero no así mi metodología y mi iniciativa para llevar mis proyectos por lo menos a fases tempranas de diseño. Mis ganas de cambiar de empresa cada vez son menores, siento que vaya donde vaya las ilegalidades estarán ahí. Me siento fatal por el hecho de que el haber trabajado en esta empresa por casi dos años había conseguido en vez de que mejorara como profesional me convirtiera en una persona con pocas ilusiones que no paraba de mirar el reloj esperando que se hiciera la hora de salida y hacer algo que siempre había odiado: desear que pasara el tiempo para que llegara el fin de semana, algo que siempre había visto como desear que pasara mi vida, eso no está bien. Para mi, una persona criada con las películas de Disney donde siempre hay final feliz, creía que debía haber algo que me gustaría hacer, como decía Confusio deseaba encontrar un trabajo que me gustara para no volver a trabajar ni un sólo día de mi vida, además me malcrié, ya adulto, viendo, una y otra vez, el discurso de Steve Jobs en la graduación de alumnos de Stanford, aunque la realidad no sea un sueño yo soñaba con una realidad muy distinta, sabía que me estaba equivocando, día tras día. "Un día menos" decía mi estado del Skype.

No hay comentarios: