viernes, 22 de enero de 2010

Diario de una lucha. Capítulo 1. Mis primeros días

No se puede decir que empezara especialmente bien. El primer día de trabajo fue en una pequeña oficina, la entrega del contrato, lectura del convenio y de otro papel en el que se nos exigía una permanencia en compensación a la formación que recibiríamos los cuatro nuevos empleados, como me comentaron después aquel folio debió ser semilla de oro porque lo aguantaba todo, en referencia a las tonterías que teóricamente me comprometía en el momento de recibir la formación. Sin más dilación empezó el curso... por resumir: transparencias sinsentido narradas por mi jefe un gran profesional en lo suyo... que no es la formación, aún así fui fuerte y pude resistir (más o menos) las cabezadas entre aproximadamente las 9 de la mañana y las 2 de la tarde sin descanso. Mientras el resto de compañeros veteranos desayunaban, como les correspondía, de 10:30 a 11:00 nosotros no nos movimos, el miedo del primer día, nunca más se volvió a repetir tal maratón. Durante el almuerzo pudimos ver que la sensación era común en todos, cansancio y falta de entendimiento a las explicaciones del improvisado profesor ...y todavía quedaba la tarde.

Al segundo o tercer día nos trasladamos a una moderna y céntrica oficina mucho más cómoda para el nuevo número de empleados. Dos semanas duró la formación hasta que fuimos asignados a algún proyecto en lo que probablemente fuera una cesión ilegal de trabajadores, al fin y al cabo era una empresa de consultora. En este momento empezó mi época dorada en el trabajo, y duró poco. Mi trabajo consistía en programar lo que nos mandaban de la empresa contratante en forma de documentos funcionales. Estos documentos eran exquisitos incluso mejor que los borradores que yo hacía en casa para mis proyectos personales, cosa que pudiera parecer lógica pero que por alguna razón no ha vuelto a suceder desde que dejé de trabajar para ellos cuando redujeron personal por reducción de necesidades y por la sombra cada vez más oscura de la crisis.

Antes de aquellas reducciones los meses pasaron y a los 5 meses tuvimos un guiño con algo que se había prometido en la entrevista, nuestro bono para comidas. después de aquello llegaron las reducciones por las empresas contratantes y la época dorada llegó a su fin.

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